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Marcelo Vorobiof: Con Sabor a Frutillas

LAS BRISAS, PROYECTO DE FAMILIA

Comparto la siguiente nota publicada en su momento por el diario La Nación, para que pueda servir de inspiración a otros que también buscan iniciar un negocio familiar.

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Las Brisas es un proyecto familiar de Marcelo y Mónica Vorobiof que logró certificación orgánica y kosher, y hoy exporta esta fruta a EE.UU.

14 de enero de 2006

MONTE VERA, Santa Fe.- Terminar 2005 con dos contenedores de 19 toneladas de frutilla orgánica congelada listas para ser enviados a la costa oeste de los Estados Unidos fue todo un logro para el establecimiento Las Brisas, en la provincia de Santa Fe.

Los productores Marcelo y Mónica Vorobiof, que comenzaron en 2000 con la idea de producir alimentos orgánicos, hoy observan en los resultados que obtuvieron las posibilidades de introducir estos productos saludables en un mercado competitivo como lo es Estados Unidos.

«Antes de tener la tierra estábamos convencidos de crear un establecimiento orgánico», dice Marcelo Vorobiof, a la hora de rememorar sus comienzos.

Y para ello, cuando encontraron las 44 hectáreas en Monte Vera, en pleno cordón hortícola a 15 kilómetros de la ciudad de Santa Fe, supieron que comenzaría su desafío. «Al principio la incertidumbre de producir y crear un mercado era como hablar en chino básico», relata Vorobiof.

Sin embargo, «la visión que tuvimos en ese momento hizo que mucha gente nos apoyara de entrada», explica Vorobiof.

La producción

De hecho, la empresa productora y comercializadora de frutilla Olivares de Andalucía, de Coronda, les ofreció el know-how en este tipo de producción e inmediatamente comenzaron el proceso de certificación orgánica con Letis SA y más tarde obtuvieron la certificación kosher.

Sólo dos hectáreas de las 44 fueron destinadas para producir la frutilla que luego se exportarían. Ya que «no se sabía el rendimiento, todo era teoría y todo podía ser pérdida», explica Vorobiof.

Una vez definida la variedad Camarosa, por ser una planta de día corto (neutro) y apta en suelos francos arenosos tendiendo a limosos, se obtuvo una fruta con un peso entre 45 a 50 gramos, de una gran coloración y con un sabor de alto grado brix (unidad con la que se mide la dulzura de la fruta), es decir, muy dulce.

Al tratarse de una producción orgánica, la sanidad se previene con asociaciones de plantas: repollo y flores que protegen al cultivo de frutilla de forma natural frente a las plagas.

Si bien la siembra fue tardía a fines de mayo, se logró cosechar ininterrumpidamente entre finales de agosto y últimos días de diciembre.

Actividad intensiva

La actividad, que en la siembra demanda un 10 por ciento de mano de obra en 6 meses aumenta al 70, tanto para la recolección como para el procesado del producto para exportación.

El establecimiento Las Brisas cuenta con una sala de proceso donde seis mujeres despalillan, lavan, cortan y verifican la calidad de la fruta. Según Vorobiof, la elección de tener sólo mujeres en este proceso se debe a que «las mujeres son más hábiles y delicadas con las manos». Algo que resulta fundamental para el correcto manipuleo de la fruta, y que a la larga determinará una mayor calidad en el resultado final del producto.

En este planteo, se dan dos tipos de clasificación de la frutilla: A (fruta entera) y B (fruta cortada). El resto va para descarte.

En 2005, en Las Brisas se decidió la construcción de una cámara de congelado de 4 metros por 4, que asegura así la cadena de frío previo al transporte y embarque posterior del producto. Cabe destacar, además de lo técnico, que «son muy valiosas la organización y formación del personal, ya que es el cuello de botella que tiene actualmente la producción orgánica», según asevera la ingeniera Yanina Pérez Casella, inspectora de Letis, empresa que certificó los envíos.

Pérez Casella también agregó que «esta familia tiene una concientización y un compromiso con lo orgánico muy grande, ya que a veces sólo con tener una visión no alcanza».

«Nuestro plan estratégico es dirigirnos al mercado externo, trabajar por demanda y no por oferta», menciona por su parte Marcelo Vorobiof.

Para ello, el plan a futuro de Las Brisas es ir creciendo paulatinamente en su primer producto, que es la frutilla, y luego ir incorporando un portfolio de productos frutihortícolas, con el valor agregado de lo orgánico.

Continuidad

El productor reconoce que su limitante mayor fue la capacidad física, ya que el mercado de los Estados Unidos le solicitó en su momento 10 contenedores y sólo pudieron satisfacerlo con dos de frutilla entera y cortada congelada, destinada a pulpa para consumo industrial y retail (embolsada para repostería).

Con el aumento en hectáreas previsto para 2006, los Vorobiof dicen que se posibilitará ofrecer más cantidad a los clientes con un compromiso de continuidad.

Al ser su primera experiencia en la exportación al mercado estadounidense, Vorobiof lo resume como un cliente exigente en cuanto a las normas. Además, dice que el consumidor promedio de ese mercado sabe que lo orgánico y kosher le brinda garantía de calidad.

Con respecto al mercado interno, «el desarrollo ocurrirá cuando se implementen políticas activas que incorporen a los productores en lo orgánico y genere conciencia en los consumidores argentinos».

Si bien Las Brisas es el único establecimiento full orgánico en el cordón hortícola, «la fortaleza se basa en tener un proyecto a largo plazo», analiza Vorobiof.

Este proyecto requirió también de paciencia, ya que la inversión inicial fue en 2000 y sólo en 2005 tuvieron un retorno.

Los Vorobiof señalan que también para el establecimiento fue fundamental la capacitación laboral y el poder aprender de los errores. Asimismo, Vorobiof llama a los productores a no «renegar de la tecnología, sino que hay que apoyarse en ella para desarrollarse mejor en lo orgánico».

De la familia surge «la necesidad de estructurar un proyecto que vaya más allá de la normal búsqueda de la rentabilidad, que permita consolidar valores de compromiso con la sociedad y el medio ambiente».

La historia de Las Brisas comenzó cuando Mónica y Marcelo Vorobiof, sin una experiencia en la producción agropecuaria, decidieron allá por 2000 generar un proyecto que les deje un legado de valores a sus tres hijos profesionales: Cecilia, Laura y Fernando. Así nació el proyecto, basado en un planteo productivo que brinde «calidad de vida, genere un fuerte desarrollo económico y social regional» y sobre todo que involucre a la familia en sí, cuentan Marcelo y Mónica.

«Nuestros hijos, desde su perspectiva de cada carrera, están cada vez más entusiasmados con Las Brisas», comenta Marcelo, que ante cada decisión la familia en conjunto decide los pasos por seguir. Para ellos, uno de sus sueños «es crear un centro de desarrollo regional que les permita trabajar con otros actores», pudiendo esto ser un primer paso que fomente el mercado interno de este tipo de producciones.

La construcción del planteo la basan «en ofrecer productos de calidad asegurada, cantidad y, sobre todo, que se consolide en el mediano y largo plazo».

Mercado en continuo crecimiento

Según informó el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) en diciembre pasado, la exportación de frutas finas dejó más de 11 millones de dólares al país en el período enero-octubre de 2005, y en este lapso el producto más exportado en volumen fue la frutilla.

Durante enero-octubre de 2005 las exportaciones de frutillas, arándanos y frambuesas alcanzó las 4935 toneladas, por un valor de 11.270.000 dólares, mostrando un incremento del 38 por ciento en divisas y del 20 por ciento en volumen, respecto del mismo período de 2004, cuando se fiscalizaron exportaciones por 4115 toneladas y 8.143.000 dólares, dijo el Senasa.

La frutilla, el producto que más volumen alcanzó en este rubro, tuvo envíos de 4349 toneladas, por un valor de 3.862.000 dólares.

Los principales mercados para este producto fueron los Estados Unidos (con 2116 toneladas, por el valor de 2.017.000 dólares), Brasil (737 toneladas y 612.000 dólares), China (628 toneladas y 442.000 dólares), México (335 toneladas y 311.000 dólares) y Canadá (324 toneladas y 306.000 dólares).

El arándano ocupó el segundo lugar, con envíos por 481 toneladas y 7.137.000 dólares, teniendo a los Estados Unidos como el principal destino, con 222 toneladas y 3.221.000 dólares. También se registraron exportaciones de este producto a Gran Bretaña por 130 toneladas y 2.200.000 dólares, entre otros mercados.

También se exportaron 105 toneladas de frambuesas por 271.000 dólares, siendo Gran Bretaña el primer mercado para este producto, hacia donde se registraron envíos por 39 toneladas y 146.000 dólares.

En el país se cultivan 1100 hectáreas con frutillas, distribuidas mayoritariamente entre Santa Fe y Tucumán. Las variedades más comunes son Milsei Douglas, Sweet Charly y la Cama-rosa

Por LA NACION

Las Brisas, proyecto de Familia

En el año 2000, junto a Mónica comenzamos con la idea de producir en Santa Fe alimentos de procesamiento natural.

Antes de tener la tierra estábamos convencidos de crear y administrar un negocio orgánico.

Para comenzar, investigamos y encontramos las 44 hectáreas en Monte Vera, en pleno cordón hortícola a 15 kilómetros en ruta de la ciudad de Santa Fe. Al principio la incertidumbre de procesar y crear un mercado era como hablar en chino básico pero la visión que tuvimos en ese momento hizo que públicamente mucha gente de Santa Fe nos apoyara de entrada.

Entonces la empresa se llamaría Las Brisas, y sería un proyecto familiar de los Vorobiof.

La Brisas logró certificación orgánica y kosher, y hoy es una empresa que exporta y negocia a EE.UU. También es el único establecimiento de procesamiento full orgánico en el cordón hortícola de Santa Fé.

Nuestro negocio familiar requirió no renunciar y de mucha paciencia ya que la inversión inicial fue en 2000 y sólo a partir del 2005 tuvimos un retorno, pero nuestra causa es a largo plazo, un proyecto que permita consolidar y llevar a puerto valores de compromiso con la sociedad de Santa Fe y el medio ambiente.

 

Marcelo Vorobiof

Administrador

 

UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL

Hermoso recuerdo!!…

Asumen los nuevos integrantes del Consejo Social de la UNL

Se trata de 11 personalidades de reconocida trayectoria que conformarán el órgano consultivo de la UNL, a partir del jueves 4 de diciembre. La ceremonia está prevista para las 16 y será presidida por el rector Albor Cantard,

Desde 1998, la Universidad Nacional del Litoral (UNL) cuenta con el Consejo Social, un órgano consultivo integrado por personalidades locales de reconocida trayectoria en el campo social y cultural que asesora al rector y al Consejo Superior.

En un acto que tendrá lugar este jueves a las 16 en el recinto del Consejo Superior, asumirán los nuevos integrantes de dicho órgano, cuya incorporación fue aprobada por resolución. Se trata de: Claudia Balagué, María Martín, Ana Meiners, Silvia Dalloto, Roberto Schneider, Jorge Taverna Irigoyen, María Laura Lamberto, Fernando Pallotti, Enrique Cisneros, Alejandro Taborda y Sergio Nardelli.

En esa misma ceremonia se entregará un reconocimiento a los consejeros salientes: Juan Carlos Adrover, Axel Hernán Arguinchona, Carlos Alberto Astorri, Miguel Ángel García Casella, Isidoro Golinsky, Norberto Raúl Michel, Hugo Luis Raimondi, Rodolfo Vigo, Gustavo Vittori y Marcelo Vorobiof; y se hará un homenaje al Dr. Alberto Cassano, quien fuera miembro de el Consejo Social hasta su fallecimiento en julio de este año.

Integrantes

El Consejo Social fue incorporado de manera orgánica en el nuevo Estatuto de la UNL, aprobado en octubre de 2012, que define su conformación y funciones, entre las que se menciona aconsejar a las autoridades universitarias “en la formulación y/o modificación de programas institucionales para la adecuada atención de las necesidades y aspiraciones sociales en materia educativa, científica, tecnológica, de desarrollo social y cultural”.

Asimismo, se establece que deberá ser integrado por “personalidades de pública y reconocida trayectoria”, vinculadas a la sociedad civil, a organizaciónes sociales vinculadas a la producción y el trabajo, a la cultura y el deporte, a municipios en los que la UNL tenga Facultades o Centros Universitarios y un representante del gobierno de la Provincia.

En este sentido, el Consejo Superior aprobó en la sesión del jueves 20 de noviembre la designación de las  personalidades mencionadas, “con méritos más que suficientes para integrar el Consejo Social”, como se afirma en el texto del despacho de comisión.

Desde su creación, este organismo ha fortalecido el vínculo entre la Universidad y la sociedad, tratando temas relevantes como alimentos de interés social, violencia social, expansión regional de la UNL,  entre otros; y ha realizado aportes valiosos al Plan de Desarrollo Institucional 2010-2019 y al proyecto de la nueva Escuela Secundaria de la UNL, por citar algunos.

Fuente: UNL

Marcelo Vorobiof

Mi nombre completo es Marcelo Héctor Vorobiof. Nací el 08 de Enero de 1953 en la ciudad de Santa Fe, Argentina. El día era jueves y la hora exacta, las 11:05 de la mañana. No es difícil recordar, cuando durante mis más de 60 años de vida mi madre me ha llamado para felicitarme por mi cumpleaños siempre a esa misma hora.

Soy el segundo hijo de una familia típica en la que se respiraban aires de estudio y trabajo, la familia Vorobiof. Mi padre tenía un negocio independiente relacionado a la fabricación de muebles, mi madre siempre estaba ahí para nosotros, sus hijos, o para quien necesitase de su ayuda. De ella aprendí la generosidad y la ayuda al prójimo y la comunidad a través de sus aportes a diferentes asociaciones.

Mi infancia y mi adolescencia en Santa Fe, se vivían días de juego, de deberes escolares, de amigos y vecinos.

Los años del primario transcurrieron grata y tranquilamente en la Escuela Lavalle. El secundario lo estudié en la Escuela de Comercio. Todavía conservo amistades de aquella época, con quienes nos reunimos al menos dos veces por año.

A los 21 años me gradué de Contador Público Nacional en la Universidad Nacional del Litoral, en mi amada Santa Fe. Ahí nomás me case con mi esposa Mónica, con quien tuvimos 3 hijos hermosos.

En nuestro proyecto juntos, lleno de ideas, con visiones y convicciones claras, decidimos quedarnos y apostar a Santa Fe, nuestra Ciudad. La ciudad que había recibido a los comienzos de 1900 a mi abuelo, quien llego escapando de las persecuciones a los judíos de Europa.

Yo agradezco muchísimo que esta ciudad haya recibido a mi abuelo con brazos abiertos, dándole trabajo y permitiéndole desarrollarse como persona y eso haya permitido que yo creciera en ella.

Amo Santa Fe, la ciudad que me dio todo, que me vio crecer a mí, a mis hijos y ahora a mis nietos, mi familia. Una ciudad que, si bien ha sido siempre bastante conservadora pudo, en los últimos 10 años comenzar el despegue del desarrollo y progreso que necesitaba para florecer y hacerse notar a nivel nacional.

Desde mi lugar siempre trabajé para dejar mi huella en esta ciudad a través de cada uno de mis emprendimientos comerciales y mi compromiso social. Nunca me interesó hacer lo que está de moda sino que busco siempre ser parte de algo sustancial y significativo, que beneficie y marque la diferencia para mis co-ciudadanos.

Mi compromiso lo compartí a la sociedad Santafecina y a mi familia. Mis hijos, a quienes eduqué con mucho criterio pero sin quitarles su libertad, lo saben y están invitados a sumarse a mis proyectos.

Ver nota completa en: AR Empresas

De casitas bajas a torres espejadas. Santa Fe en el tiempo.

A días del Censo Nacional, me agarró un poco de nostalgia. Y me puse a pensar. Pensar en cómo había cambiado mi provincia de Santa Fe.

De chico una maestra me explicó que un Censo es como una foto: sirve para captar la realidad de un momento específico. Por eso me pregunto… ¿Cómo cambió la foto de aquella Santa Fe cuando era chico a lo que será la de este año?.

Uno siempre quiere lo que no tiene. Cuando era chico, siempre viví en casa y envidiaba a mis pocos amigos, contados con la mano, que vivían en departamentos.

La realidad es que cuando yo era un niño y vivía junto a mi familia, Santa Fe era una ciudad de casas y lo diferente era vivir en un lugar con pisos, balcones, ascensores. Eso llamaba mi atención y me resultaba tentador. Fantaseaba con el día que pudiera vivir en un departamento.

En el año 2018, cuando mi fantasía de vivir en departamento se había terminado, recuerdo que me sorprendí al leer una nota publicada en diario El Litoral que afirmaba que en la última década se habían construido más de 250 edificios en la ciudad.

Me sorprendí porque me parecía ayer cuando paseaba con mis amigos por el barrio lleno de casas, pero sin darme cuenta yo había sido coetáneo y hasta partícipe del cambio del perfil de la ciudad. De casas bajas que hoy son torres que alcanzan los casi 30 pisos.

Y yo, hoy fantaseo con que el tiempo vuelva atrás, los pisos se derrumben y volvamos a estar todos a la misma altura.

Marcelo Vorobiof

Marcelo Vorobiof - Censo Nacional
Censo Nacional – Marcelo Vorobiof

RECUERDO HISTÓRICO

HISTÓRICO: EL PUERTO DE SANTA FE AGOTÓ SU CAPACIDAD DE ACOPIO DE CEREALES

Luego de funcionar a media máquina durante más de un lustro, las instalaciones portuarias ya comprometieron toda la capacidad de sus silos para almacenar parte de la cosecha récord.

Las excelentes perspectivas productivas de la campaña agrícola 2009/10, que finalizaría con una recolección total cercana a las 96 millones de toneladas (53 de soja), más algunas complicaciones logísticas en los puntos de descarga logró lo que hacía muchos años no ocurría en el puerto de la ciudad de Santa Fe: la ocupación al 100% de los silos para acopio de granos.

También incidió en este resultado la estrategia adoptada por la nueva administración del Ente Administrador del Puerto de Santa Fe que encabeza el contador Marcelo Vorobiof. El último paso, que colmó la capacidad instalada, fue la firma de un Contrato de Reserva para Almacenaje de Granos con la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) para el depósito de 10.800 toneladas de cereales.

El comunicado oficial sostiene que “después de un lapso de más de 6 años, se logra tener los Silos del Elevador del Puerto trabajando a su máxima capacidad”.

“No estamos bien” por lo que se tomaron acciones inmediatas que “permitan incorporar a la ciudad de Santa Fe a través de su puerto un dinamismo y un desarrollo económico mucho más marcado”, comentó Vorobiof, quién ratificó la mayor demanda de almacenamiento al indicar que “inclusive hemos rechazado posibilidades de mayor acopio”.

Los elevadores de granos “venían con una capacidad ociosa de almacenaje en los últimos años del 40%”, precisó el directivo. En total, los silos del puerto pueden albergar 56.000 toneladas y “ya está todo vendido”.

La capacidad se agotó luego de que se firmara el último convenio, suscripto con ACA, e incluso “hubo que disminuir la cantidad de toneladas que ellos querían almacenar porque no había más lugar”, confió Vorobiof.

A su vez, la estrategia comercial de la nueva administración no sólo permitió llevar al 100% de su capacidad el volumen de granos almacenados, sino que por contrato cada tonelada que ingrese, mayormente por camiones, deberá salir por vía hídrica. “El nuevo convenio que hemos realizado, lo hicimos con la obligación de que quien almacena deba sacar los granos por agua. Evidentemente, se trata de empezar a darle la utilidad de puerto que tiene”, resaltó el titular del ente.

Vorobiof además realzó el carácter simbólico de las instalaciones, a las que ubicó entre los más destacados íconos de la capital provincial. “Santa Fe tiene una de las postales clásicas que puede ser el Puente Colgante y en segundo lugar el clásico elevador que está ubicado en el puerto”.

“Un poco más lento” avanzan otras acciones del ente para reactivar del todo el puerto, como por ejemplo la iniciativa para que todas las empresas importadoras y exportadoras de la zona “empiecen a derivar parte de su movimiento de contenedores a través de nuestras instalaciones”.

Fuente: Sociedad Rural de Rosario